lunes, 7 de mayo de 2012


¿Somos erizos o zorros?




Entre los fragmentos conservados del poeta griego Arquíloco, uno dice:

¨Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola, y grande¨.

En su ensayo titulado “ El erizo y el zorro”, Iasiah Berlin clasifica a la humanidad en erizos y zorros. El zorro es astuto, capaz de inventar mil maneras de atacar a traición al erizo; ronda incansablemente su madriguera al acecho del momento propicio para caerle encima. Veloz, hábil, hermoso animal, parece el seguro ganador. El erizo es feo, como un híbrido de puerco espín y armadillo; busca la comida y cuida de su guarida.

El zorro espera con malicioso silencio en la confluencia de caminos. El erizo, distraído con sus propios asuntos, viene directo a donde se encuentra el zorro. “Ajá, ¡Te tengo!”, piensa el zorro. Cuando el erizo menos piensa, se encuentra de manos a boca con enemigo, que lo ataca con la velocidad del rayo. “Otra vez volvemos a las andadas, piensa el erizo. Este tipo no aprende”. Se enrolla en forma de bola erizada de púas en todas direcciones.

Ante esa defensa, el zorro se detiene y se retira al bosque a proyectar alguna otra forma de ataque. Todos los días se repite alguna versión de esta lucha en la cual, pese a la superior astucia del zorro, el erizo siempre gana.

Berlin aplica esta fábula para dividir a la gente en dos grupos básicos, los zorros y los erizos. Los primeros persiguen muchos fines al mismo tiempo y ven al mundo en toda su complejidad. Son “dispersos y difusos y se mueven en muchos niveles”, dice Berlin, sin integrar nunca sus ideas en un solo concepto unificador, mientras que los erizos simplifican un mundo complejo en una sola idea organizadora, un principio básico que todo lo unifica y lo guía. Por complejo que sea el mundo, el erizo reduce todos los retos y dilemas a ideas simples. Para un erizo todo lo que no se relacione en alguna forma con su idea no viene al caso. Los erizos tienen una penetrante percepción que les permite ver en medio de la complejidad y discernir patrones subyacentes. Ven lo esencial y lo demás lo descartan.

En resumen:

Los que llevan las compañías de buenas a sobresalientes son, en general, erizos. Impulsan a sus empresas hacia lo que llamamos el concepto del erizo, hacer una sola cosas y muy bien. Los que dirigen los otros tipos de compañías tienden a ser zorros que nunca alcanzan la ventaja aclaratoria de dicho concepto, sino que son dispersos, difusos e incoherentes y al final pierden la perspectiva y nunca logran su objetivo.

Fuente: “Empresas que sobresalen”, Jim Collins. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario