lunes, 7 de mayo de 2012

La paradoja de Stockdale




Conservar la fe en que al fin uno prevalecerá contra toda dificultad.
Y al mismo tiempo:
Hacer frente a los hechos más crueles de la realidad sean los que sean.

El nombre de la paradoja de Stockdale procede del almirante James Stockdale, el prisionero estadounidense de mayor rango de la guerra del Vietnam. Lo mantuvieron cautivo en el “Hanoi Hilton” y lo torturaron repetidamente durante 8 años. El concepto, finalmente, fue popularizado por el escritor Jim Collins en su libro Empresas que sobresalen.


La paradoja de Stockdale pone de manifiesto que es tan importante tener fe en sobrevivir como saber acatar con disciplina los hechos más brutales que se avecinen. De lo contrario, demasiado optimismo puede favorecer que nos decepcionemos con frecuencia, entrando en una especie de montaña rusa emocional, de subidas y bajadas demasiado abruptas, levantando esperanzas y asistiendo a su desplome, una y otra vez, hasta que quemamos hasta la última brizna de optimismo.

Stockdale explicaba qué clase de prisioneros eran los que más fallecían en Vietnam. Según Stockdale eran los prisioneros más optimistas. Los que no paraban de repetir: “tranquilos, saldremos de aquí, ánimo, en Navidad ya estaremos en casa.” Entonces llegaban las Navidades y la previsión no se cumplía. Pero entonces su previsión saltaba a otra fecha. Tampoco se cumplía. Y llegaban otras Navidades. Y entonces el prisionero, el Señor Positivo, se rendía porque descubría que sus previsiones se incumplían sistemáticamente.

“No hay que confundir la fe en que no prevalecerá (la cual no se puede perder) con la disciplina de afrontar los hechos de la realidad, sean los que sean”. Stockdale fue torturado más de veinte veces en los ocho años de su cautiverio, vivió de 1965 a 1973 privado de todos los derechos, sin saber si algún día sería puesto en libertad o si no viviría para volver a ver a su familia.

Asumió los deberes del mando e hizo cuanto pudo para que el mayor número posible de sus compatriotas cautivos resistieran todos los esfuerzos de sus captores por utilizarlos con fines de propaganda. En una ocasión se golpeó deliberadamente con un banco y se desfiguró el rostro con una cuchilla de afeitar para que no lo pudieran presentar en televisión como ejemplo del “buen trato” que daban a los prisioneros.
Intercambiaba información secreta de inteligencia con su esposa en sus cartas a sabiendas de que si lo descubrían eso significaría más tormentos o quizá la muerte. Ideó reglas para ayudar a los prisioneros a sobrellevar la tortura. Puesto que nadie puede resistirla indefinidamente, creó un sistema de etapas: después de x minutos, uno puede decir ciertas cosas, y esto le da un respiro para sobrevivir. Para contrarrestar la sensación de aislamiento que sus captores trataban de crear, estableció un complicado sistema de comunicación basado en una matriz de 15x15 y un código de golpecitos para representar las letras.
Un día, obligados a barrer y lavar en silencio el patio central, los prisioneros se valieron del código para mandarle con sus escobas y baldes el mensaje “Te queremos mucho”, en el tercer aniversario de la fecha en que su avión fue derribado. Después de su liberación, Stockdale, lucía al mismo tiempo que las tres estrellas de su rango, las alas de aviador de la Marina y la Medalla de Honor del Congreso.

"Debemos creer que nuestras metas se van a cumplir y hacer todo lo posible por hacerlas realidad, pero nunca dejar que la fe y la certeza nos nublen la visión que nos hace enfrentar la realidad."  

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