La paradoja de Stockdale
Conservar la fe en que al fin uno
prevalecerá contra toda dificultad.
Y al mismo tiempo:
Hacer frente a los hechos más crueles de la realidad sean los que sean.
El nombre de la paradoja de Stockdale procede del almirante James Stockdale, el prisionero estadounidense de mayor rango de
la guerra del Vietnam. Lo mantuvieron cautivo en el “Hanoi Hilton” y lo
torturaron repetidamente durante 8 años. El concepto, finalmente, fue
popularizado por el escritor Jim
Collins en su libro Empresas que sobresalen.
La paradoja de Stockdale pone de manifiesto que es tan importante tener
fe en sobrevivir como saber acatar con disciplina los hechos más brutales que
se avecinen. De lo contrario, demasiado optimismo puede favorecer que nos
decepcionemos con frecuencia, entrando en
una especie de montaña rusa emocional, de subidas y bajadas demasiado abruptas,
levantando esperanzas y asistiendo a su desplome, una y otra vez, hasta que
quemamos hasta la última brizna de optimismo.
Stockdale explicaba qué clase de prisioneros eran los que más fallecían
en Vietnam. Según Stockdale eran los prisioneros más optimistas. Los que no
paraban de repetir: “tranquilos,
saldremos de aquí, ánimo, en Navidad ya estaremos en casa.” Entonces llegaban las Navidades y la previsión
no se cumplía. Pero entonces su previsión saltaba a otra fecha. Tampoco se
cumplía. Y llegaban otras Navidades. Y entonces el prisionero, el Señor
Positivo, se rendía porque
descubría que sus previsiones se incumplían sistemáticamente.
“No hay que confundir la fe en que no
prevalecerá (la cual no se puede perder) con la disciplina de afrontar los
hechos de la realidad, sean los que sean”. Stockdale fue torturado más de veinte veces en los ocho años de su
cautiverio, vivió de 1965 a 1973 privado de todos los derechos, sin saber si
algún día sería puesto en libertad o si no viviría para volver a ver a su
familia.
Asumió los deberes del mando e hizo cuanto pudo para que el mayor
número posible de sus compatriotas cautivos resistieran todos los esfuerzos de
sus captores por utilizarlos con fines de propaganda. En una ocasión se golpeó
deliberadamente con un banco y se desfiguró el rostro con una cuchilla de
afeitar para que no lo pudieran presentar en televisión como ejemplo del “buen
trato” que daban a los prisioneros.
Intercambiaba información secreta de
inteligencia con su esposa en sus cartas a sabiendas de que si lo descubrían
eso significaría más tormentos o quizá la muerte. Ideó reglas para ayudar a los
prisioneros a sobrellevar la tortura. Puesto que nadie puede resistirla
indefinidamente, creó un sistema de etapas: después de x minutos, uno puede
decir ciertas cosas, y esto le da un respiro para sobrevivir. Para
contrarrestar la sensación de aislamiento que sus captores trataban de crear,
estableció un complicado sistema de comunicación basado en una matriz de 15x15
y un código de golpecitos para representar las letras.
Un día, obligados a
barrer y lavar en silencio el patio central, los prisioneros se valieron del
código para mandarle con sus escobas y baldes el mensaje “Te queremos mucho”,
en el tercer aniversario de la fecha en que su avión fue derribado. Después de
su liberación, Stockdale, lucía al mismo tiempo que las tres estrellas de su
rango, las alas de aviador de la Marina y la Medalla de Honor del Congreso.
"Debemos creer
que nuestras metas se van a cumplir y hacer todo lo posible por hacerlas
realidad, pero nunca dejar que la fe y la certeza nos nublen la visión que nos
hace enfrentar la realidad."
Conservar la fe en que al fin uno
prevalecerá contra toda dificultad.
Y al mismo tiempo:Hacer frente a los hechos más crueles de la realidad sean los que sean.
No hay comentarios:
Publicar un comentario